Evasión. Cine

El cine es considerado una de las mayores vías de evasión conocidas. Sentarnos en nuestra butaca durante una hora y media y meternos en la piel de otro, vivir situaciones ajenas, empatizar con historias que jamás vamos a vivir, pero sobretodo salir de nuestra existencia durante esa maravillosa hora y media.
Por ello, pagar por un tiempo de evasión garantizada sea una de las vías de escape favoritas de los ciudadanos. “Deseamos ser sorprendidos, ansiamos que nos hagan reír o llorar, que nos cautive esa historia representada por unos excelentes actores, y que durante hora y media o dos horas, la realidad (nuestra realidad) quede desplazada”.


Desde que somos pequeños, el sistema nos insta a comparar. Primero las notas, luego, los ingresos, posesiones materiales… Vivimos pensando en un ideal que cuando se rompe genera desazón, tristeza o malestar. Pero la industria cinematográfica ha creado un consuelo que parece funcional.
En un presente azotado por la inestabilidad, esta alternativa de ocio cotiza al alza. “El shock del cine impide cualquier reflexión, coloquialmente se dice que le dejan en “encefalograma plano”


Podemos remontarnos a la primera gran crisis del capitalismo. “Tras el crack del 29, las taquillas estadounidenses crecieron un 35%”.
Tras la recesión económica derivada del colapso bursátil y financiero de 1929 la administración Roosevelt convirtió a las películas musicales en aliados estratégicos de la nueva política, "en una época de comedores de beneficencia y de depresión, tratar de ayudar a la gente haciéndole olvidar su miseria y a pensar en otra cosa. Querer hacerlos felices, aunque solo fuese durante una hora". Se Introdujo al espectador en un mundo onírico.
Las tramas dramáticas reconfortan porque, por comparativa, su drama es mayor que el propio. Me olvido de mí.


“Las películas trágicas que nos provocan tristeza potencian simultáneamente una reflexión sobre nuestras propias vidas”
cuanto más triste es el argumento de una película, más aumentaba la satisfacción de los espectadores con su propia vida y los niveles de felicidad al abandonar la sala.


El cine influye en el mundo interno, ayuda a resolver conflictos, cambiar actitudes, y hábitos que limitan, desarrolla la creatividad, mejora la comunicación y también contribuye a desechar emociones negativas.
Podemos ser espectadores que nos olvidemos de nosotros y nos evadamos o podemos comprometernos con aquello que vemos.


El cine nos ha permitido comunicarnos y conectarnos con el mundo a través de historias de la vida real, hechos históricos que han marcado en diferentes épocas a la humanidad o con simples acciones de nuestra cotidianidad con las que nos sentimos identificados, las cuales nos pueden llevar a vivir diferentes estados de ánimo en una sola cinta pasando de la risa al llanto, de la alegría a la tristeza o incluso al dolor.