En química, hablamos de valencia para referirnos al número de electrones
que un átomo de un elemento determinado posee en su último nivel de energía,
es decir, en su órbita más externa. Estos electrones son
de especial relevancia pues son los responsables de los enlaces covalentes (co-valente: comparten valencia) e intervienen a la hora de
las reacciones químicas.
Un átomo puede tener una o más valencias, sin embargo, y por ese motivo este
concepto, creado en el siglo XIX para explicar las “afinidades” entre los
distintos átomos que
se conocían, ha sido sustituido con el de “número de oxidación”, que finalmente
representa lo mismo.
Con la valencia puedes determinar si es posible la unión entre dos átomos
distintos o del mismo elemento para formar un compuesto eléctricamente neutro.
Algunos elementos trabajan con valencia negativa y positiva. Otros como los
gases nobles tienen valencia "cero" y se les conoce como inertes
debido a que son muy estables por su valencia "cero".
Así, por ejemplo, el átomo de hidrógeno tiene valencia 1, lo que significa
que puede compartir un electrón en su última capa; el de carbono, en
cambio, tiene valencia 2 o 4, es decir, puede ofrecer dos o cuatro
electrones. De allí que el número de valencia represente la capacidad del
elemento de ganar o ceder electrones durante una reacción o enlace
químico.
Existen dos tipos distintos de valencia, que son:
Las valencias conocidas de los principales elementos de la tabla
periódica son los siguientes: